miércoles, 21 de febrero de 2007

TesmogtitlanTV

Canal autónomo



A finales de la década del ochenta, mientras el cineasta Sergio García Michel sepultaba los restos del movimiento superochero en memorable performance en su Centro Cultural Tlalpan; cuando Rafael Corkidi expandía sus sueños postpanicos en cámaras de video de tres cuartos de pulgada; mientras Pola Weis, la única videoartista de aquéllos tiempos preparaba su huida del mundo y mientras documentalistas como Eduardo Maldonado memorizaban electrónicamente los movimientos sociales en el campo, las nuevas generaciones de comunicadores sociales, cineastas desempleados y los ojos nerviosos incrustados en los movimientos sociales y culturales nos apropiamos de las cámaras de video en los formatos Betamax, VHS, superVHS, V8 y Hi8 para lanzar nuestras estridentes imágenes punks, voces feministas, experiencias urbanas, rockumentales o poéticas visuales que anunciaban una nueva época de artes electrónicas colectivas. Soñamos despiertos.
Desde entonces nuestros quinésicos ojos han tomado las calles y los espacios subterráneos para volver visibles las obras realizadas con los recursos de los mismos realizadores, videosalas efímeras, contrabienales de video, redes de videoclubs para hacer parir el inestable movimiento del video mexicano. Esas huellas electrónicas con todo y sus resoluciones lineales dibujan la tipografía de grupos y colectivos como Tres Tristes Tigres, Vídeo 2, Negro Infinito, Videar, Imágenes Herrantes, Salamandra Producciones - (Guanajuato) -, La trinidad - (Monterrey)-, Producciones Rancho Grande - (Toluca)-, y un sin fin de realizadores como Alberto Roblest, Alberto Rodríguez, Enrique Quintero, Pablo Gaytán y Guadalupe Ochoa, Carlos y Eduardo González, quienes aún permanecemos produciendo imágenes.
Los lugares de difusión fueron muy pocos desde el inicio, aún recordamos La sala del Centro Cultural José Martí - 1991-, La videosala Pola Weis de TVUNAM - 1991-, La videosala de la Casa del Poeta -1991-1993- y la red de videosalas organizada por Videar, en donde estaban la de la Universidad de Chapingo, otra en Iztacalco, La casa de las Bombas en Iztapalapa, entre otras, a veces también de manera efímera La Agencia del extinto Adolfo Patiño funcionaba como sala de proyecciones, y poco después algunos museos se abrirían al video, como el Carrillo Gil, a través del impulso de Sergio García, el Museo del Chopo y algunas universidades. Poco después vendrían los festivales, las bienales y los encuentros, como aquél realizado por la Red Independiente de Videastas de la ciudad de México en 1994, una acción más de lo que llamamos el Tratado de Libre Cultura. Al mismo tiempo la llamada generación transparente - (Ximena Cuevas, Domenico Capello, Elías Levín, Carlos Salom, Eduardo Velez, Alfredo Herrera)- alcanzaba su lugar en los espacios oficiales del CONACULTA y las becas, a ellos y las subsecuentes generaciones les tocaría gestionar los nuevos concursos y festivales como Vidarte o los recientes encuentros de Artes electrónicas.

Lejos de esos lugares una serie de videastas independientes y autónomos han proseguido su camino en algunos de los movimientos sociales y políticos como el oaxaqueño Carlos Pérez, otros desde el ámbito de la cultura como Bruno Varela o desde el ámbito partidista como Víctor Mariña y Mario Viveros. Sus documentales han abierto canales para el reconocimiento del género. Junto a ellos y a otros videastas, han aparecido cientos de efímeros productores, algunos se han convertido en promotores, otros en funcionarios, unos más en activistas, y los menos han continuado aferrados a las imágenes.

En esas latitudes TesmogtitlanTV, integrado por videastas de la ciudad de Monterrey, Oaxaca, Toluca, Neza y Estado de México estamos lanzando nuestro canal de comunicación autónoma para dar a conocer imágenes que no se verán a través de los canales establecidos de la tv comercial, oficial e incluso alternativa. Por este canal pretendemos dar a conocer nuestras producciones enlatadas, las producciones que hemos realizado desde la década del ochenta, así como las imágenes que recogemos cotidianamente aquí y allá. Nuestro ojo documenta. Nuestro ojo desea. Nuestro ojo desenajena. Nuestro ojo mira al ojo que nos ve. Nuestro ojo intercambia experiencias. Nuestro ojo reconoce afinidades. Nuestro ojo autónomo forever.
Sí a finales de los noventa nuestros espacios de exhibición se reducían a las videosalas independientes. Sí en los noventa fluctuamos entre las muestras, los festivales y el tecnómadismo. En el nuevo siglo viajamos en la red a la velocidad de la banda ancha para continuar lanzando nuestras imágenes, con el fin de dar a conocer otras realidades, otros mundos dejados fuera de foco de la vieja televisión oficial y comercial. Veamos, videemos….

Desde el lugar donde nace el humo,

Colectivo Ojo del Deseo

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